domingo, 22 de julio de 2012

Cambio climático y huella de carbono en Argentina - Parte 1

A pesar de algunas voces escépticas, escasas en número y argumentos, que ponen en duda la naturaleza del cambio climático y su relación con el hombre, existe un consenso mayoritario acerca de la responsabilidad que nos cabe en relación con el aumento de la concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera y la vinculación directa entre ese crecimiento y la distorsión climática.

Zanjada esta cuestión, sobre la que no vale ya la pena detenerse, parece necesario clarificar algunos conceptos.

Según lo establecido en el Artículo 1 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, por “cambio climático” se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.

En los últimos años se vienen registrando considerables variaciones de temperatura a nivel mundial que perturban el clima.
Estas oscilaciones, se traducen en un aumento de la temperatura media del planeta produciendo así un calentamiento global de la superficie y atmósfera terrestre. Como toda problemática ambiental global severa, el cambio climático requiere una atención prioritaria y de gran escala, para reducir las emisiones de los GEI.

Si tomamos los datos brindados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático la temperatura media mundial ha aumentado aproximadamente 0,76°C desde 1850. Si analizamos la curva que muestra el incremento de la concentración de los GEI, veremos claramente que acompaña el crecimiento de la temperatura promedio en la Tierra.
La función del efecto invernadero se ve potenciada por este aumento de las concentraciones y consecuentemente produce el fenómeno conocido como calentamiento global, primer eslabón del cambio de clima.

Por otro lado, no hay duda de que la fuente principal de emisión de GEI son las acciones del hombre, muy especialmente como resultado de la quema de combustibles fósiles, que ha roto un equilibrio de miles, y acaso de millones de años, que fue controlado por el virtuoso ciclo del carbono.
La frenética extracción de carbón, petróleo y gas para ser utilizados como combustibles, puso en circulación cantidades crecientes de carbono que se encontraban fuera del ciclo natural de respiración, fotosíntesis y descomposición y los distintos tipos de fijación del CO2.

Pero claro que este gas no es el único cuya concentración se ha disparado en los últimos 160 años. El metano, el óxido nitroso, el hexafluoruro de azufre y las familias de compuestos HFC y PFC, de gran poder de calentamiento, también figuran en la lista de emisiones antrópicas crecientes.

Y cuáles son las perspectivas a mediano plazo?

Según el IPCC, “…se ha estimado que es «muy probable» (probabilidad: >90%) que el cambio climático se acelere si continúan las emisiones de gases de efecto invernadero al nivel actual o un nivel superior, siendo la estimación más precisa que el promedio mundial de las temperaturas de la superficie aumente en 1,8ºC hasta 4,0ºC para finales
del siglo XXI.
Aunque las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera se estabilizasen en el nivel actual, la Tierra seguiría calentándose como consecuencia de las anteriores emisiones de estos gases y de la inercia térmica de los océanos”.

Por consiguiente, se debe considerar que “El cambio climático ya está en marcha y las emisiones de carbono que se encuentran en la atmósfera tardarían cien años en disiparse. Una estabilización completa de la atmósfera requerirá una reducción del 70% de las emisiones de GEI en el mundo” .

Esa es, entonces, la escala del problema, y está claro que los esfuerzos puestos de manifiesto a partir de la creación del IPCC, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y su herramienta de mitigación, el protocolo de Kioto, son dignos de ser destacados y acompañados; ante la magnitud del problema debemos apoyar las iniciativas globales que sean capaces de enfrentarlo.

Para tener un panorama de la situación por venir, resulta interesante observar cuales son las previsiones respecto del futuro comportamiento del clima y sus consecuencias, ya que los efectos de esta problemática son visibles en todo el planeta y continuarán manifestándose de forma diversa a nivel mundial según se ilustra claramente a continuación (Ilustración 1):

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No hay duda que debemos tomar acciones enérgicas e inteligentes para responder al desafío que nos plantea el cambio climático, teniendo en cuenta que no se trata tan solo de un problema ambiental distante y marginal, sino de algo que ha llegado para ser parte de nuestras vidas definitivamente, y es por eso que ya no se trata tan solo de mitigar, sino que debemos generar procesos de adaptación a los cambios irreversibles que hemos generado.

Si hay algo que ya no podemos decir es que desconocemos las consecuencias de nuestras acciones como parte de esta sociedad.
No solo son las empresas o los gobiernos los que deben actuar, hay una cuota parte que debe ser asumida por cada individuo, para alcanzar un logro colectivo.

Entonces vale preguntar, para poder comprender el grado de responsabilidad que nos corresponde a todos y cada uno de nosotros, cual es la situación de nuestro país, en términos de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel individual
y cuáles son las actuales acciones de mitigación?

Continua en próxima entradas...

Fabián Román, Presidente, Fundación Plan21

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